Por las Cumbres de Kazakstán

Una historia que comienza en febrero de 2021

Juan, el protagonista de esta cacería, no es un cazador al uso. Es amigo, un gran amigo. Cuando esto ocurre, la presión de que las cosas salgan perfectas es mayor. Suelo tener miedo al síndrome del recomendado. ¿Sabéis eso de ir “enchufado” al médico porque es amigo del primo del hermano del tío y te operan el pie que no es? Pues eso… Nos conocimos en el trabajo, hace ya algún que otro año y como los dos sabíamos que el otro era cazador, os podéis imaginar a qué nos dedicábamos los lunes. Mañanas perdidas por completo contándonos mentiras de caza del fin de semana.

En febrero del 21, de camino a una montería cuando ya dejaban movernos entre comunidades con cierta libertad, Juan me comentó sus intenciones de hacer su primera cacería de montaña fuera de España. Nos planteamos varias alternativas como el tur de Daguestán o alguno de los íbices. Tras mucho meditarlo, Juan optó por el ibex en Kazakstán. La fecha marcada sería agosto del 22.

¿Kirguistán o Kazakstán? ¿A dónde ir y por qué?

Muchas veces, cuando nos llama algún cazador interesándose por la cacería de ibex del Tien-Shan o Mid-Asian (Capra sibirica alaiana) nos preguntan a qué destino deben ir, cuál es mejor o que cuáles son las diferencias entre hacer la cacería en Kirguistán o Kazakstán. Depende.

Partiendo de la base que la especie es exactamente la misma en un destino que en otro, debemos atender a dos cuestiones fundamentalmente. La primera de todas -siendo la que suele preocupar más a la gente- responde a un tema económico. En Kirguistán, la cacería se vende como paquete a precio cerrado e incluye la tasa de abate de un ibex, independientemente del tamaño del trofeo -sea este pequeño o grande-. Por su parte, en Kazakstán, el precio de la cacería se compone del coste de esta y de la tasa de abate, que varía en función del tamaño del trofeo. Esto supone que, cazando un gran trofeo, Kazakstán resulte más caro. La segunda cuestión que debemos tener en cuenta es que, generalmente, la cacería en Kirguistán suele ser a mayor altitud, en un terreno mucho más quebrado y arisco. Los inviernos -más agresivos- influyen en un mayor desgaste de los animales, pero además, hace que la calidad de los pastos sea mucho peor a la que encuentran los íbices en Kazakstán. De alguna manera, esto afecta la calidad de los trofeos y hace que, generalmente -y sólo generalmente- la calidad de los trofeos sea mejor en Kazakstán que en Kirguistán.

Aventura en solitario

Dicen, que lo mejor de la caza es poder compartirla con alguien cercano. Por supuesto que sí, aunque soy de la opinión que, a veces, también se disfruta en solitario. Por otro lado, siempre digo que en las cacerías de montaña -especialmente en aquellos destinos en donde los recursos son limitados- más de dos cazadores en un mismo campamento, son multitud. Todos queremos tener el mejor guía de caza, acceder a la zona de caza en donde las posibilidades de éxito sean mayores, disponer del mejor equipo, caballos, etc. En la montaña, nos guste o no, los recursos no son ilimitados. De ahí que, ir sólo a una aventura de este estilo pueda ser una ventaja enorme y, sin embargo, rara vez me encuentro gente que se haga este planteamiento.

También hay que ser valiente para plantearse una aventura de estas características en solitario siendo consciente de lo largo que es llegar hasta allí. Son muchas horas de vuelos, conexiones, aeropuertos, coches, gente que no habla tu idioma…la rabia de no poder compartir la alegría de un lance con un amigo o de no tener un hombro en el que apoyarte si las cosas se tuercen. Imposible de cuadrarlo con ningún amigo y sin la opción por mi parte de poder acompañarle, Juan optó por irse sólo. A cazar ibex por las cumbres de Kazakstán, en solitario.

El arte de las cosas bien hechas

Cuando se sale a una expedición de este tipo -y más por primera vez- uno nunca sabe con lo que se va a encontrar por mucho que nos lo hayan explicado mil veces. De hecho, lo más fácil es que nos encontremos con situaciones que no nos terminen de encajar y que de alguna manera nos incomoden. Las berreras lingüísticas y culturales con la gente local de allí, probar el rifle y que no pegue donde debía hacerlo, el frío, no ver tanta caza como uno esperaba, o la presión de un guía por hacerte tirar un animal sobre el que no estás cómodo, son algunas de esas circunstancias típicas.

Es importante saber lidiar con estos detalles porque influyen negativamente en nuestra concentración, pudiendo fácilmente llevarnos a tomar una decisión equivocada y echar todo a perder. En el caso de Juan, han sido una serie de decisiones extraordinariamente bien tomadas y una madurez en la montaña -más propia de alguien que lleva haciéndolo toda la vida- lo que le llevaron a conseguir un ibex fantástico.

Ni rastro de los ibex en dos días

Durante los dos primeros días de caza, a caballo y habiendo dejado atrás el campamento base, Juan y sus dos guías de caza, peinaron un valle enorme en busca de los ibex, donde días antes a su llegada los habían visto. Osos, marales, jabalíes y carneros parecían ser los únicos animales en el territorio. De los ibex, ni rastro. Claro que, el espectáculo de ver estos animales en un entorno como el de allí es impresionante, el objetivo de Juan era otro. A base de subir y de bajar montañas, peinando con los prismáticos cada hueco, por fin consiguieron localizar dos ejemplares. A casi 400 metros, con una posición inestable y sin que el ibex ofreciera un buen tiro, Juan prefirió no tirar. Primera decisión bien tomada.

Acabado el segundo día de caza y sin resultados aún, era hora de cambiar de planes. Juan, acordaba con sus guías que lo mejor sería intentar cambiar de zona. En estas cacerías -que no son precisamente largas- es tan importante la paciencia y dejar a los guías hacer su trabajo como ser ciertamente proactivo ante la falta de resultados. Segunda decisión bien tomada.

El sabor del éxito merecido

El tercer día amanecía con una leve capa de nieve y el sol brillaba con fuerza. No había tiempo que perder, así que, sin entretenerse demasiado, Juan y sus guías ponían rumbo al campamento base para, desde allí, cambiar de cazadero. Tres horas y media a caballo les separaban del campamento. Después de comer partieron de nuevos con los caballos, empezando a ver por fin los primeros grupos de ibex.

En una ladera desde la que dominaban mucho terreno, dejaron los caballos y ya a pie, se propusieron hacer una serie de asomadas. Era por la tarde y no quedaba tanto tiempo de luz. En una de ellas, localizaron un pequeño grupo de tres machos. Tumbados en el suelo y tan sólo susurrando alguna palabra, concluyeron que uno de ellos era perfecto. A base de señas, Juan y guía dedujeron que lo mejor sería esperar e intentar entrarles algo más cerca, pues los 386 metros que les separaban del ibex y la falta de apoyo, hacían que el tiro fuera demasiado arriesgado. A gatas y dejando al guía detrás, Juan se arrastró hasta ponerse en posición. Cada metro recorrido se hacía eterno. En un momento dado, el más pequeño de los tres se percató de algo y poco a poco se fue retirando. De los otros dos, ni rastro. Hasta que de la nada, Juan se los encontró en su propia ladera. Era el momento. Con todo el sigilo posible, tomó posición y a 254 metros, el lance fue perfecto. ¡Enhorabuena!

La montaña, nuestra especialidad

Después de tanto tiempo, y a pesar de estar teniendo una temporada de safaris magnífica, nos encanta volver a la montaña y ver cacerías como la que acaba de llevar a cabo Juan. Tenemos por delante algunas expediciones interesantes y ya hemos empezado a contratar las primeras cacerías del año que viene. Si quieres vivir una experiencia como la de Juan o estás pensando en cualquier otra cacería de montaña, te animamos a que te pongas en contacto con nosotros.

Un abrazo y buena caza.

Álvaro Mazón (Jr.)

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