Ibex Alpino, el rey de las cumbres

ibex en las montañas nevadas de Austria

Ibex Alpino

Austria: tradición en su máxima esencia

De entre todos los países europeos, Austria es, sin duda, uno de esos destinos cuyo arraigo a una larga tradición cinegética hace que cazar allí signifique remontarnos al pasado, olvidarnos de las prendas técnicas de camuflaje y regirnos por unas leyes no escritas de caza que priorizan el respeto absoluto por las piezas de caza, así como de los miembros que participan en cada cacería. En Austria se caza con sombrero, no con gorra. Prevalecen los rifles de madera de nogal frente a las -cada vez más típicas- culatas sintéticas y, por último, a la hora de usar catalejo, son más comunes los rectilíneos que los acodados. ¡Así son ellos!

Austria es también sinónimo de espectaculares montañas. Sus Alpes, que se extienden cruzando el país de oeste a este, albergan una riquísima variedad de fauna entre las que destacan corzos, gamos, venados, jabalíes, muflones, rebecos e ibex alpinos, siendo estas dos últimas especies las que acaparan la atención de los cazadores de montaña. Son la razón por la que, desde principios de los años 90, no hemos faltado nunca a nuestra cita anual en los Alpes.

vistas de los Alpes desde Austria

Distribución y zonas de caza del Ibex Alpino

Hacia 1900, la población de ibex alpino (Capra ibex) estaba concentrada únicamente en dos zonas aisladas del norte de Italia -más concretamente en el Parque Nacional del Grand Paradiso- así como en el Valle de Maurienne, en Francia. Fue en 1906 cuando comenzaron a llevarse a cabo las primeras reintroducciones de ibex a lo largo de todo el territorio de los Alpes, siendo Suiza el país que más recursos destinó a dichos programas de reintroducción.

Es evidente que estas reintroducciones fueron un éxito y son la razón por la que, hoy, la población de ibex alpino se encuentra bien distribuida por buena parte de los Alpes hasta el punto de empezar a ser un problema en algunos sitios como consecuencia de un crecimiento poblacional descontrolado.

Actualmente, el ibex alpino se puede cazar en Eslovenia y en Austria, y hasta hace un par de años también se podía cazar en Suiza, concretamente en el Cantón de Valais, la única región del país que autorizaba la caza a extranjeros. Aunque hay rumores que apuntan a que volverán a abrir, hoy por hoy, no parece que vaya a ser así en el corto plazo. Atendiendo a una razón organizativa, de conocimiento del país y porque ya sabéis el sentimiento tan especial que despierta en nosotros la caza en los Alpes, Austria es nuestro destino preferente para la cacería de ibex alpino.

Mapa cadena montañosa, los Alpes

El viaje: cómo llegar hasta el Tirol, nuestro territorio de caza

Además de las posibilidades de caza y lo espectacular del cazadero -rodeados de bosques y montañas- si hay algo a destacar de Austria es el buen acceso desde cualquier punto de Europa y lo fácil y eficaz que resulta gestionar el tema de los papeles a la hora de volar con rifles.

Aunque para este último viaje, el traslado hasta Tirol lo hicimos en coche por motivos logísticos, lo más conveniente resulta volar a Innsbruck, Viena o Múnich desde donde tendremos entre 2 y 4 horas hasta cualquiera de los cazaderos a los que tenemos acceso en exclusiva.

Ya en el Tirol, y, por tanto, en pleno corazón de los Alpes, los pueblos alpinos, construidos con un gusto y en un entorno exquisito, próximos además, a algunas de las estaciones de esquí más conocidas de Europa, ofrecen una variedad de alojamientos amplísima. Con ello, a pesar de ser una caza de montaña en toda regla, la cacería de ibex alpino ofrece una comodidad enorme frente a otras similares en donde las posibilidades de buen alojamiento son mucho más limitadas.

Una cacería que Daniel llevaba tiempo esperando

Pocas semanas después de volver de Mongolia, en donde Daniel había llevado a cabo -con éxito- su cacería de ibex del Altai y del Gobi, por fin había llegado el momento de poner rumbo a Austria, un viaje que Daniel llevaba tiempo esperando.

A pesar de las altas densidades de ibex en las zonas en las que cazamos, las cuotas de caza son bastante limitadas, lo que se traduce en que el número de licencias anuales de las que disponemos son escasas. La parte más positiva es que, dada la poca presión cinegética y teniendo en cuenta la calidad de los cazaderos a los que tenemos acceso en exclusiva, las expectativas de cobrar un animal adulto por encima de los diez años son más que razonables. Además, a pesar de tratarse de una auténtica cacería de montaña, esta contempla un total de 3 días de caza, siendo el mal tiempo el único factor que puede limitarnos. De hecho, siendo un destino donde las nevadas suelen ser copiosas, nuestra sugerencia es procurar no ir más tarde de mediados de noviembre, ya que el acceso al cazadero puede verse comprometido.

Como cualquier cacería de montaña, el 100% de la misma se realiza a pie, a una altitud entre los 1.800 y 2.500 metros sobre el nivel del mar. Por ello, es fundamental que cualquier cazador que se plantee esta cacería vaya en buena forma física. En el caso de Daniel, venía entrenado de Mongolia. Ir entrenado no es únicamente importante para el correcto desarrollo de la cacería, sino para que el cazador pueda disfrutar de la experiencia que supone una cacería tan exclusiva. Sea esta, o cualquier otra.

Ya en Tirol, hora de prepararnos

Nada más llegar a lo que sería nuestro hogar para los próximos días, nos estaban esperando. Los guías de caza querían dejar comprobado el rifle para ganar tiempo al día siguiente, aprovechando que todavía teníamos luz. A diferencia de otros países en Europa, aquí es estrictamente obligatorio probar el rifle a 200 y 300 metros. Un par de disparos con el K95 de Daniel bastaron para confirmar que todo estaba en orden, lo que nos permitió darnos una vuelta antes de ir a cenar para conocer la zona.

Todos los pueblos de montaña en el Tirol tienen especial encanto. Una de las cosas que más sorprenden es la cantidad de vida que tienen estos pueblos entre semana, teniendo en cuenta que estábamos en mitad de octubre. Tanto, que lo de encontrar restaurantes en los que cenar no es tan evidente. Próximos a uno de los glaciares más conocidos del país, es aquí donde los equipos profesionales de esquí de toda Europa vienen a entrenar la pretemporada. De hecho, me hizo especial ilusión cruzarme con un grupo de jóvenes españoles pertenecientes al equipo nacional de esquí. Incrédulos, no entendían qué hacía allí un compatriota cazando. Durante nuestra estancia allí, pudimos disfrutar de algunos restaurantes fantásticos.

¡La hora de la verdad!

Una de las grandes ventajas de Austria frente a otros destinos de montaña, es que nuestros guías, conscientes de la llegada de un cazador, suben diariamente a la montaña para buscar e ir controlando los ibex. Dada la inmensidad de las montañas y de los territorios de caza, esta labor es muy importante, y es lo que hace que nuestra tasa de éxito sea del 100%.

En conversaciones con ellos, me habían informado que, días previos a nuestra llegada, habían localizado un ibex bastante bueno. Era un ejemplar de más de 10 años que solía estar muy por encima del resto de animales. Siempre sólo, sin dejar a otros acercarse a él. A última hora de la tarde, ya con la última luz, el ibex bajaba a una zona más verde y algo más resguardada a comer y pasar la noche. Con los primeros rayos de luz, el ibex, volvía a subir a una zona prácticamente inaccesible.

A las 6:30 am del día siguiente y de noche cerrada, los guías nos esperaban para salir a la montaña. Había que intentar estar allí antes del amanecer para procurar localizar a “nuestro” ibex antes de que coronara hacia sus cumbres y perderlo para siempre. Nuestra intención era intentarlo el primer día y si no funcionaba nuestro plan, intentar ir a por otro -también bueno- que tenían localizado en otra zona. Tras 45 minutos de carril, abandonábamos el coche para continuar a pie.

Desde abajo, todavía con muy poca luz, localizábamos los primeros grupos de ibex. Jóvenes, hembras, pero ni rastro del “jefe”. Con muy buen criterio, los guías creyeron que lo mejor sería esperar a que diera la cara y seguir buscando con los prismáticos. Durante un rato estuvimos sentados mirando en cada hueco de la montaña. El terreno es muy quebrado, lo que dificulta localizar la caza de primeras.

Tras un rato largo esperando y sin dejar de mirar por los prismáticos, encima de un risco, majestuoso, por fin localizábamos el ibex. Es de esas veces en las que uno no necesita mirarlo mucho tiempo para confirmar que se trataba del ibex que íbamos buscando. Rápidamente, recogimos todo el equipo y planificamos la entrada. Había 750 metros de distancia, que no es mucho, pero la pendiente de la ladera obligaba a ir muy despacio. El ibex, careándose ya hacia zonas más altas, se perdió entre lo quebrado del terreno.

Durante mucho rato, dejamos de verlo. Había que seguir avanzando, confiando en que daríamos con él de nuevo. A mi particularmente no me gustaba nada. He visto animales que parecía que no andaban, avanzar y perderse mucho más rápido de lo que jamás podía haberme imaginado. Entre tanto, continuamos viendo ibex y rebecos -cuya población es también muy alta y su caza es perfectamente combinable con la del ibex-. Ni rastro del ibex.

Llegados a una asomada desde la que todos dábamos por hecho seríamos capaces de dar con el ibex, asomamos con mucho cuidado. Miramos cada rincón de la montaña. ¡Nada! ¿Dónde estará este “pájaro” -nos preguntábamos-? De la nada, y mucho más cerca de lo que estábamos todos mirando, apareció el ibex. Tan oscuro que parecía casi negro, sublime, sin percatarse de nuestra presencia. Con decisión, Daniel no dudó en buscar un apoyo lo más rápido posible. La pendiente del terreno no se lo puso fácil, pero con las mochilas de todos consiguió encontrar una buena posición. Cuando quieras y estés cómodo, tíralo -le dije-. El estruendo del 270 de Daniel hizo eco en la montaña y a través de mi cámara de video observé que el ibex, era nuestro. Un ejemplar de 13 años, con una piel digna del rey de las montañas.

El trabajo empieza ahora

Tras llegar al ibex y tomarnos todo el tiempo del mundo para admirarlo y sacar cuantas fotos quisiéramos, el trabajo de verdad no hacía más que comenzar. En Austria, al igual que en Francia, es obligatorio bajar el animal entero de la montaña. El ibex alpino es un animal de complexión fuerte y compacta. Creo que este no estaría lejos de los 90-100 kg de peso, por lo que transportarlo hasta abajo no es una cosa fácil, más cuando el terreno no acompaña. Partiéndolo por la mitad, cada guía bajaría una parte de este hasta llegar al coche. Más allá de lo deliciosa que resulta su carne, es una muestra más del respecto que tienen en Centroeuropa por la caza. Resulta inconcebible abandonar la carne en el campo.

Unas vistas increíbles nos despiden hasta el año que viene

Austria, un destino maravilloso para los cazadores de montaña

Nadie que haya cazado en Austria podrá negar la belleza de sus montañas. En el caso de las especies de montaña que podemos encontrar allí -el rebeco e ibex alpino- las restricciones de las cuotas de caza en el país, hace de Austria un país muy exclusivo, en donde el acceso a los permisos de caza es bastante limitado. Es por ello por lo que, ponerse en manos de un equipo especializado como el nuestro pueda ser la única alternativa posible de optar a uno de los pocos permisos disponibles cada año. Animamos a todo el que tenga dudas, a ponerse en contacto con nosotros.

Un abrazo y buena caza.

Álvaro Mazón (Jr).

paisaje montañas con nubes
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